Con Liz somos amigas desde hace unos veinte años. Ella vive en un país lejano, y mañana llega para visitarme. Estoy muy feliz, creo que debería decir “eufórica”. ¿Y cómo nos conocimos? Ella recién egresada de la universidad, había  decidido festejarlo con un viaje a lugares extraños, y yo una mujer adulta, con la responsabilidad de tener toda una familia, de marido y cuatro hijos, más una profesión, nos encontramos siendo compañeras de asiento en un colectivo que iba de Bariloche a El Bolsón.

Nuestra diferencia de edad sería más o menos de unos veinte años, (ella podría ser mi hija), pero no podíamos dejar que nuestra charla se interrumpiera, nos contábamos tantos pasajes de nuestra vida, y coincidíamos, en nuestras apreciaciones y opiniones. Cuando me comentó que ella quería ver y compartir con gente de cada lugar al que fuera llegando, yo decidí invitarla a que pase tantos días como deseara, en nuestra chacra, aunque no éramos gente típica del lugar, pero vivíamos con lo que producía la quinta, y teníamos varios animales que nos acompañaban.

Cuando mi marido llegó a buscarme a la parada del colectivo, me acerqué y le dije en voz muy baja: -“Somos dos”; y en voz más alta: -“Te presento a Liz, mi compañera de viaje, pasará unos días con nosotros.” Y pocos días bastaron para que nos sintiéramos “amigas del alma”. Creo, ya no estoy muy segura pues mi memoria del pasado falla bastante, que en estos 20 años, ella volvió a venir otra vez a la Argentina, y yo pude viajar al Perú, y allá conocí a su familia, y cómo vivían, y esta sería la cuarta vez que nos vemos, pero sí que, pudimos mantener nuestra comunicación, con charlas telefónicas, mensajes, videos, audios  y fotos, ¡Gracias al Internet!

Seguramente nos encontraremos cambiadas, pues yo ya tengo ochenta y cinco años y ella debe estar cerca de los sesenta y cinco. Se puede haber cortado el cabello que lo usaba siempre largo… ¿Habrá encanecido?; Este «mañana»  !está demorando mucho en llegar! ¿Tendrá algunas restricciones para la comida?; ¿Le gustará dormir con tanta luz no bien sale el sol? Acá en “Villa Los Coihues”, tengo menos comodidades que las que pude ofrecerle anteriormente… Pero tener el lago tan, tan cerca es algo impagable. Eso seguramente la deleitará.

Me queda justo el tiempo para preparar todo lo que acá tengo y puedo ofrecerle, y ya dejaré de escribir, para adelantar la comida, (mañana le ofreceré pescado, preparado a mi manera); y también puedo adelantar algún postre rico y liviano. ¡Ya sé, una rica compota de manzanas y canela! Pueda ser que no nos molestemos con nuestros ritmos y rutinas diarias, las que seguramente serán diferentes. ¡Pueda ser que el clima nos acompañe!  y que podamos hacer algunos paseos lindos y cercanos, y ¡Pueda ser que la felicidad que viviremos estos días, nos dure toda la Eternidad!