Todos queremos amar y ser amados, pero ¿sabemos reconocer qué es lo que queremos y qué es lo que sentimos? Primero necesitamos entender que es el amor, ¿será que amo eso que me gusta y deseo poseer? El amor tiene sus secretos. A mí me gustan mucho las flores y deseo tenerlas conmigo, pero cuando las corto y las pongo en un florero las estoy matando, ellas se marchitan, se ponen tristes y mueren. Eso no es amor. Entonces opto en poner algunas macetas en los lugares con buen sol y las atiendo al regarlas porque deseo que sean felices. Creo que esto se acerca más al verdadero amor.

Para comprender algo debemos mirarlo desde varios lados. Por lo general, eso que apreciamos, que nos gusta, queremos poseerlo. Pero a las personas no las podemos poseer, eso no sería nada cercano a lo que yo entiendo por “amor”. Cuando hablo de mi marido, de mis hijos, veo que me refiero a ellos como si fueran de mi propiedad. Pero esa es una costumbre establecida en nuestra sociedad, no sé como habrá sido en otras épocas u otros tipos de sociedades. Si veo una hermosa prenda, me la compro, ya es mía, aunque sé que la usaré pocas veces y quedará guardada en el ropero.

Nuestra formación y manera de pensar y de sentir, comienza en la infancia y quizás ya viene de anteriores existencias. Cuando llega un segundo bebé, el primero quiere tener toda la atención. “¿Por qué trajiste a este bebé a casa? Regálalo.» Este miedo de perder nuestro lugar en el corazón de alguien a quien amamos, nos deja una impresión muy profunda. Cuando tratamos de poseer el amor, le robamos su belleza, y entonces ese mismo amor te da dolor, se vuelve algo  muy feo.

¿Cómo fue el proceso de enamorarme y llegar a amar a alguien? Primero vino la atracción física mutua, con solo vernos por primera vez. Luego en mí surgió el anhelo de ser amada por esa persona. Eso anhelo me condujo  al amor. Pero el amor trae el miedo a la pérdida, y un amor que tiene miedo a la pérdida no florece. Vienen los celos. Uno intenta comprender qué es lo que le está pasando. Pasa que el miedo a perder está desplazando al amor existente. Y ese miedo hace que uno se sienta pequeño, sin defensas. Y mientras uno permanece muy pequeño, no hay alegría, no hay felicidad, no hay paz. La alegría es expansión, hacerse grande de corazón.

¿Has pensado por qué amas a alguien? ¿Es por sus cualidades o es por un sentido de familiaridad o intimidad? Uno puede amar a alguien por sus cualidades y no tener un sentido de intimidad. Ese tipo de amor da lugar a la competencia, las discusiones y los celos. Cuando amas a alguien sintiendo que ambos se pertenecen, ese amor permanece para toda la vida; es amor incondicional, un amor centrado que se convierte en dicha. Cuando hay tanto amor te responsabilizas de cualquier malentendido. En la superficie sientes consternación pero al no sentirla en tu corazón, se llega a un perfecto entendimiento.