Agradecer es un estado del Ser. Su energía, de extrema sutilidad, es la más cercana a la energía del Amor.

Vivir en estado de Agradecimiento, y vivir en la frecuencia del Amor, son dos estados tan parecidos que solemos sentir como iguales, y sin ninguna duda promueven nuestra salud al elevar el sistema inmunológico, y al traernos esa inexplicable felicidad o plenitud que es sin causa, pues proviene de nuestro Ser.

¿Y cómo podemos favorecer ese estado? Prueba este “ejercicio”: Primero has de darte cuenta de si tu mirada habitual tiende más a ver “el vaso medio vacío” o a ver ese mismo vaso “lleno hasta la mitad”. Si tiendes más hacia una mirada negativa, has de ocuparte de tener vistos claramente los dos aspectos, el positivo y el negativo de cada cosa, persona o circunstancia… pues en todo, en absolutamente todo, podemos encontrar esos dos aspectos.

Y allí empiezas a llevar un registro diario de todo lo bueno, lindo y maravilloso que has ido encontrando momento a momento. En poco tiempo prevalecerá en ti el lado positivo, y aparecerá ese estado de “Agradecimiento”, del que acá estamos hablando. Podrás sentirte “Bendecido”, y empezarás a confiar en esa ley universal que llamamos “Sincronía”, al comprender que todo lo que va llegando a tu vida es para tu bien, para tu crecimiento como persona, y entonces te podrás dar cuenta que tu constante miedo a lo desconocido ha desaparecido, dejando en cambio un coraje que te viene asombrando, que te permite soltar, soltar, y soltar, todas esas ataduras y corazas que te fuiste poniendo para sentirte más seguro… Y la sensación de ti mismo comienza a ser otra… y tu relación contigo mismo también.

Cuando ya no estás culpándote, ni criticándote a ti mismo continuamente, y te notas paciente, (como una madre con su hijo) al empezar a comprender que los cambios ocurren sólo cuando todo el organismo está listo para ello, ya tienes el camino preparado para esa salud y esa felicidad que todos buscamos.