Hemos perdido nuestra espontaneidad natural. ¿Y por qué nos está pasando esto?; ¿será por depender tanto de la opinión de otros? En vez de ejercer la autocrítica, con la manera de ir resolviendo la propia vida, tenemos el constante temor de ser criticados. Así nos transformamos en seres falsos y mentirosos, que no nos permitimos ser lo que en verdad estamos pudiendo ser y hacer, y constantemente nos repetimos, y es por eso que somos predecibles.

Pero ahora vayamos a cómo quisiera ser cada uno de nosotros. Yo,  en particular, deseo ser suficientemente “fuerte y sabia como para sustentar mi propio crecimiento”. Conozco que tengo varios huecos en mi personalidad, a los que estoy intentando ver y llenar de la forma más correcta posible. Hay en mí una falta de seguridad, cada vez confío menos en mi memoria, y me justifico diciendo que eso es normal en personas mayores, pareciera que lo que tengo que sostener, en cambio, es la “aceptación de lo que estoy pudiendo ser”.

Madurar entiendo que significa valérselas por sí mismo, pero si bien antes creía haber madurado, en este momento no encuentro la palabra, que signifique “ir perdiendo poco a poco, la maduración alcanzada” pues no existe “des-madurar”, pero en cambio, si está el «desconfiar». Esa aceptación que pretendo, sería como una apertura al momento presente, al grado de consciencia que vaya pudiendo tener. Nadie puede en un momento dado, ser diferente de lo que está siendo, por eso creo que correspondería que me diga: “Esto es lo que en este momento puedo ser”.

Todos tenemos la tendencia de juzgarnos demasiado a nosotros mismos o de juzgar a los demás. Probemos de despertar, dejar de culpar y ver qué pasa. Partamos desde una base que sea sólida: y esta es que “todos buscamos el propio desarrollo, para así obtener el de toda la humanidad”. La primera ley en el viaje o camino hacia el autodesarrollo es dejar de culpar, tanto a uno mismo, como a otros. Aprendamos de los Maestros, que no culpan, ni dicen malas palabras, ni nunca abusan de nadie. Sus palabras bendicen.

El viaje espiritual consiste en eliminar en nosotros esa tendencia social, inconsciente, de culpar, y ver cómo podemos revertirlo. Quizás sea aceptando que las cosas son como son. ¡Es un balance muy delicado! Esto no quiere decir que justifiquemos todos los errores, sino que nos sirve para reconocer nuestra falla, y al mismo tiempo no culparnos. !Si uno no acepta y reconoce sus errores nunca mejorará!. Entonces, busquemos ese equilibrio muy delicado, ni de este lado ni del otro. !No deberíamos ser duros con nosotros mismos, ni con nadie!

Somos parte de un fenómeno que está sucediendo. Hay árboles, ríos y pájaros en el planeta; así de simple, nosotros también estamos aquí. Tantos pájaros nacen y tantos pájaros mueren. ¿No es así? Aparecen tantos árboles y todos desaparecen. Así, tantas personas, tantos cuerpos, han venido y todos se van yendo. Este planeta ha estado allí durante miles de millones de años. Miremos nuestra vida desde este contexto más amplio, con un sentido de propósito, y allí recién comenzaremos a comprender.